14.10.09

Si se le acaba el gas, ladee la bombona

Un frío día de lluvia, en Ignao, Deyanira tomaba su ducha matinal cuando el agua se le empezó a enfriar gradualmente hasta quedar quitada de hielo. Enfurecida, gritó a todo pulmón: ¡No me saquen aguaaa!

Esperó un rato. La cosa no mejoró así que, tiritando, fue hasta la cocina, donde constató lo que temía: se le había acabado el gas. Intentó varias veces prender el calefont, pero nada. Se puso a llorar mientras le goteaba todo el cuerpo. De pura rabia le mandó una patada a la bombona de gas, que tambaleó y se cayó quedando en posición horizontal.

Al mismo tiempo, como por arte de magia, la llamita azul volvió a aparecer. Deyanira partió corriendo a sacarse el resto de champú que le quedaba en el pelo bajo la ducha calentita. Así fue como Deyanira aprendió que las bombonas de gas siempre pueden dar un poquito más, basta con ladearlas o acostarlas de guatita. Eso sí, no se debe abusar y hay que hacerlo sólo en caso de emergencia porque dicen que puede ser peligroso.

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